Soy Rosa Pérez Antón, escritora.

Madame Rose Gold es el nombre de lo que edito y publico

Todo empezó con la pregunta que me hice cuando me cansé de repetir eso de que me gustaría que las cosas en el mundo —así en general— fueran diferentes.

¿Y tú cómo lo harías? —me dije.

Y me refería a cómo hacerlo desde adentro.

Sabía que tenía que andar con delicadeza porque los interiores hay que transitarlos con respeto.

Me centré en mi vocación: la escritura, y, desde ahí, seguí preguntándome cómo andar el camino.

Escribo y edito mis textos, juego con la forma de presentarlos para que sorprendan y comuniquen el sentimiento y arrebato con que trabajo. Eso me pone alegre.

Después, busco espacios que estén alineados con ese sentimiento y vendo mis obras allí. Recreo el espacio-refugio-interior desde donde las he imaginado y monto paradas en algunas ferias.

En las paradas-refugio siempre acontece lo mágico y lo luminoso.

Espero que suceda también en este refugio que voy creando poco a poco.

Querida Irene.

Todavía no ha empezado el día.

Las formas en el exterior son un recuerdo y renuncio a lo que está ligado a un pasado que ya no soy yo.

A veces lo hemos sentido juntas: agarrarse a lo que éramos nos trae problemas.

Todo por descubrir.

En este momento de mi vida, Irene, escribir es dejar paso a una marea interior que, de tan grande que es, no me pertenece sólo a mí.

Quiero explicarte en estas cartas, querida Irene, lo que me vaya sucediendo al mirar. Confío en que me alumbren luces discretas y cuento con que a veces solo se vislumbrará entre penumbras el lugar donde estoy.

Espero encontrar algunos faros.

Un espacio donde haya confianza y miedo, alegría o devastación y dolor.

Sabes de mi soledad y de mis largas ausencias.

Tanto me conoces que a veces somos el mismo ser. Por eso, en nuestros encuentros, este diálogo interior se materializa y afloran nuestras conexiones. Las formas que toma me sorprenden. Lo humano siempre sorprende. El mundo siempre sorprende.

A menudo me has animado a mostrar mi obra y ponerme al servicio de otras personas haciéndoles más fácil el camino para llegar a lo que escribo.

Pues aquí lo tienes, Irene, aquí estarán los fragmentos de un viaje de amor al interior.

En mis cartas futuras te dejaré los eventos y lugares donde me detengo y muestro mi trabajo y los espacios virtuales en los que aprendo a estar aunque me cueste.. No te prometo que sea pronto. Los tiempos que manejo ahora son mucho más largos.

Confío en que la intuición me muestre por dónde ir y me lanzo a ello con la alegría del que no sabe si se estrellará. Parto de la inocencia.

Todo por crear.

Cuantos enlaces encuentres entre estas letras, imagínalos como un camino que puedes tomar o no, no quiero obligarte a nada. Como yo, eres libre.

Como cuando paseamos por el botánico y observamos las aves y plantas que allí encontramos.

No siempre recogemos semillas y hojas.

Responden a tu petición de seguir leyendo lo que escribo o de hacerte con alguno de los objetos materiales en los que trabajo con la dedicación y amor que sabes que pongo en los procesos. Esas alquimias sagradas.

Al meterme en este jaleo virtual uno de mis deseos es vender, no debería engañarte. Tampoco te miento si te digo que tengo otro deseo no menos importante en la actualidad. Que se defina la niebla de un diálogo interior y de que suceda en compañía. Es importante ser honesta.

Contribuir a que siga trabajando la gente que valoro también me llena de alegría como a ti. Con el dinero no solo compramos objetos. Hacemos posibles modelos que queremos ver en el mundo.

Porque como tú, Irene, creo que hay muchas formas de hacer. Una de ellas pasa por ser auténtico, o, al menos, intentarlo. Cada manifestación de la vida, incluso la mía o la tuya, es una joya de una profundidad que estremece. Pero muchas son formas frágiles que se diluyen si no las apoyamos.

Por eso hace tiempo que nos plantamos y decidimos ir más despacio para poder reflexionar.

Vivir es sorprenderse, y llorar y reír de amor por darse cuenta de lo que es estar vivo. Y estar vivo es atender a otros y mostrar lo que haces sin abandonar la dirección a la que te empuja tu deseo.

Sabes que te quiero y que agradezco todo lo que aportas a mi existencia. Me siento alegre por la oportunidad que me da el destino de compartir vida contigo.

Que disfrutemos de este camino en compañía y sigamos encontrando luciérnagas para que la oscuridad no nos inquiete.

Y que nuestros sentidos se sigan abriendo a la belleza y a la sorpresa en cada paso que demos.

Como dice otro viajero querido, vivir más de hallazgos que de búsquedas.

Sorprendernos a cada paso.

Seguiremos escribiendo siempre, querida Irene.

Un abrazo sentido.

P.D. Irene, el nombre que aparece en la carta es aleatorio. Quizás en otras cartas coincida con el tuyo. Pura casualidad.

Rosa